miércoles, 10 de noviembre de 2021

AMALIA, AMELIA Y EMILIA

 


EN LENGUA HEMOS LEÍDO UNA LECTURA
QUE PERTENECE A ESTE LIBRO.
 
¡¡¡PUEDES VOLVER A LEERLA!!!
 
AMALIA, AMELIA Y EMILIA

Hay brujas morenas y brujas rubias.
A veces es difícil comprobarlo, ya que en los relatos las brujas suelen
aparecer mayores, con sus cabellos ya blancos.
Además, casi siempre llevan la cabeza cubierta: pañoletas negras, ex-
traños sombreros, gorros espantosos con cintas que se despliegan al
viento…
 
AMALIA
Amalia no es una jovencita, pero tampoco una vieja. Todavía su pelo
largo y un poco rizado conserva su color. Aún no le ha llegado el mo-
mento de volverse blanco.
Pero, aunque parezca mentira, Amalia no es ni morena ni rubia.
De niña, y vista por detrás, su cabeza parecía un gigantesco tomate
bien maduro. Pero, con la edad, su cabello perdió algo de brillo y se
hizo más áspero. Por eso en la actualidad parece, más o menos, una
zanahoria.
Tal vez Amalia sea la bruja más pelirroja del mundo entero. Es difícil
saberlo. Pero no hay duda de que es la bruja más pelirroja de Urbe-
cualquiera y sus alrededores.
Y como buena pelirroja, la cara de Amalia y todo su cuerpo están llenos
de graciosas pecas.
Las pecas parecen estar vivas. En invierno, con el frío, no se notan
apenas. Están como dormidas, bien acurrucaditas.
Pero en verano, con los calores de Urbecualquiera, las pecas se le des-
piertan, se llenan de color y parece que hasta bailan en los mofletes
redondos de su cara.
A una bruja se la considera joven hasta que cumple los trescientos o
cuatrocientos años, aproximadamente.
Amalia, hasta que cumplió los cuatrocientos treinta y dos años, se
dedicó a corretear por el mundo. Quería conocerlo todo, hasta el más
alejado y escondido rincón.
Pero ahora, con quinientos cincuenta años a sus espaldas, más o menos
en la mitad de su vida, vive tranquila y feliz en una ciudad tan normal
y corriente como Urbecualquiera.[…]

AMELIA
Lo primero que conviene decir de Amelia es que no se llamaba Amelia.
Su verdadero nombre era Zalumba-Sagora-Bonidirubambo. Tenía los
mismos años que Amalia y había nacido en un país situado en plena
África negra.
Era muy alta y muy delgada como todas las mujeres de su tribu. Y
cuando sonreía, cosa que hacía a todas horas, sus dientes blancos
brillaban como la luna llena en medio de la noche. […]
 
EMILIA
El cuerpo de Emilia parecía una pelota gigantesca, como esas de colores
con las que se juega en la playa.
Todo en Emilia eran curvas, y sus medidas, se las tomases por donde
se las tomases, siempre resultaban las mismas.
Medía exactamente igual de alto que de ancho, de frente que de lado.
Le gustaba ponerse ropa de vistosos colores: azules como el mar, ma-
rrones como la arena del desierto, verdes como los bosques de pinos…
por eso, a veces, parecía un globo terráqueo en movimiento.

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